domingo, 7 de abril de 2013

ILLE SUR TÊT


Visitamos la  Isla-sur-Tet.
 




Hoy hemos ido a conocer la villa y els orgues de Isla sur Tet. En los Pirineos Orientales de la Cataluña Norte.  




Nos ha gustado mucho, pasando cerca del pueblo ya habíamos visto de lejos unas formas entre raras y originales, pero no nos podíamos imaginar el paisaje extraordinario que hemos visto.


Els orgues de Ille-Sur-Tet son un decorado esculpido por el agua.


El paraje de las orgues nos aparece como un anfiteatro de paredes talladas en columnas gigantescas, con una altura de 10 a 12 metros.   


Este paisaje árido, muy bonito y muy frágil, es una obra transitoria. Aunque nos parezca permanente, en realidad cambia constantemente. Cada vez que llueve, el agua se lleva grandes cantidades de arena. Las antiguas formas borran y otras nuevas se esbozan. 

Cabe señalar que el nombre "paraje dels orgues" es local y puede prestarse a confusión. En efecto, el término d’orgues utiliza en geología preferentemente para coladas de basalto que solidifican en largos tubos. Aquí no hay nada volcánico en el origen de este paisaje
En el pueblo hemos visitado la Iglesia de San Esteban y hemos ido a ver el Hospicio que tiempo atrás fue muy importante ya que fue un punto de encuentro y de asistencia a los pobres y a las personas que hacían el camino de Santiago.
 

Hoy se ha convertido con un centro de arte.


 Hemos aprovechado para comer en el mismo pueblo en una placita muy bonita al lado de la iglesia.

Un rincón muy bien hallado con una fuente y una poesía del poeta Josep Sebastià Pons que dice así: 



"Qué rayo más delgado para replicar su canto vendrás a sentarte un poco en el borde y ya verás cómo te va penetrando una tierna bondad inspiradora".









Y paseando por sus calles nos encontramos  con este gatito tan mono.




Por cierto el restaurante donde comimos se llama "La Casa del Ram" y la plazoleta lleva el nombre de Plazuela del Ramo, ya que suponemos que en su tiempo se hace la bendición del día de Ramos.
La fuente de la Vila.
Otra de las cosas que nos llamo la atención fue ver estos lavaderos y ver como la gente del pueblo aun los hacía servir.


 Es un pueblo muy alegre, adornado con muchas flores. 



Y ya para acabar, destacar sobre todo, la simpatía y amabilidad de la gente del pueblo.La visita nos gusto mucho y seguro que volveremos a repetirla con más tranquilidad.


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